miércoles, 17 de diciembre de 2008

LAS APUESTAS

En una ocasion, producto de un cambio de Jefe en la prisión, la comida, que de por sí era poca, tuvo muchos cambios y estuvimos como casi un mes en que la comida empezó a empeorar y cada día daban menos.
Otra vez, el hambre fué mucha.
Hubo cambios de almacenista, jefes, cocineros y los que sufrimos las consecuencias, fuimos nosotros.
Esto duró como 40 y tantos días. Dieron visitas especiales y duplicaron la entrada de peso en las jabas.
Cuando recibimos las jabas, hubo fiesta en las galeras.
Me acuerdo que a mí me trajeron 4 barras de guayaba, dulce preferido mío de toda una vida. Conversando con uno de los conocidos de allí, le dije que me iba a comer una barra de guayaba completa.
El me respondió que eso era imposible, que nadie se podía comer una barra de guayaba completa.
Le pregunté si se quería apostar algo y tanto él, como toda la gente en la prisión, empezaron a apostar.
En la prision el dinero eran los cigarros y la mayoría apostaron contra mí dos a uno, a que yo no me comía la barra.
Yo de títere y hablador de mierda, les contesté:
-¡No solo una, me como dos si apuestan más!
Se formó tremenda gritería y empezaron las apuestas contra mí.
Lo que no sabían ellos es que, cuando se habla de guayabas, como quiera que la pongan, me las como y más con hambre.
Me comí la primera en trocitos y la segunda con galleticas.
Esa noche gané más de 300 cajas de cigarros, lo que me convirtió, casi en millonario en esa galera.
No pasó nada más extraordinario digno de contar.

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