Un domingo de tantos que nos reuníamos en el parque de Juan Delgado y San Mariano en la Vibora, llegó Gabriel, uno de los amigos del grupo y nos dijo que esa noche había una fiesta de 15 especial de la hija de un comandante en el Restautrant 1830.
No había parejas y le habian avisado de ahora para luego, pero tenía que llevar gente y bailadores. Yo no me embullé a ir, pero cuando me dijeron que estaba Silvia, una muchachita a la que le tenía echado el ojo, decidí ir. Cuando llegamos a la fiesta y nos sentamos en las
mesas del salon, pusieron una botella de ron por cada persona.
Yo me quedé frio, ya que cada vez que ibas a una fiesta, la bebida era limitada y aqui, como PAPA era comandante, el ron sobraba.
Yo nunca he sido tomador, es más, odio las borracheras. Nunca me ha gustado.
Ese dia me puse a hablar con Rolando, un amigo de grupo y entre una cosa y otra, nos tomamos una botella entre los dos. Yo no estaba acostunbrado a eso y agarré una nota del carajo.
Cuando empezó el baile, me paré para bailar con Silvia.
Era la época del twist y uno se meneaba de un lado para otro, daba un brinco y se tocaba los talones con las manos, cayendo de rodilllas y parándose poco a poco.
Cuando lo hice caí de nalgas y el papelazo fué mucho. Me levantaron y me senté en una silla.
Me paré y poco a poco, fuí acercándome a unos bancos que estaban pegados al mar.
Allí me quedé dormido hasta que me encontraron y me llevaron para la casa.
Esa fué una de las razones principales de porque le tenía terror a la bebida.
No estas en tus cabales y haces papelazos continuos.
Por estar borracho, no pude estar con Silvia y del papelón que hice, nunca quiso saber de mi.
De ahí para acá siempre evito tomar, aunque de verdad, la bebida no va conmigo.
jueves, 18 de diciembre de 2008
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