viernes, 19 de diciembre de 2008

INTRODUCCION




Por muchos años he leido y oido historias de personas que de una forma u otra han tenido una vida un poco salvaje. Muchos han escrito libros de lo que pasaron en su vida, como Henry Charriere (Papillon).
Al leer estos libros y oir historias de cosas pasadas, he visto que muchas historias estan bastantes aceptadas en cuanto a la época en que se vivieron y me dije un día:
- Yo conozco gente que han pasado una vida bastante violenta en Cuba y algun día quizás me decida a escribir un libro sobre lo que pasé en mi patria y lo que pasaron muchas personas, que como yo, tuvieron la desgracia de crecer en Cuba con la Revolución de Castro.
Personas cercanas me dicen que lo que pasé es digno de hacer una película y a veces pienso que es verdad.
Hay cosas que se dicen y no se creen y en el caso del cubano, hay muchas historias que contar. En 50 años de revolución, han ocurrido tantas cosas, que pienso que cada familia, cada cubano tiene una historia que contar.
No pretendo con este libro hacer una obra de arte. No soy escritor, mucho menos poeta, y más bien esto sería un documento, el cual saldría tal y como pasaron las cosas y lo cuento de forma que parezca una conversación natural.
Muchas personas no van a creer lo que leerán, solo lo entenderán, los que como yo, vivieron esos años y saben que no miento, ni exagero en lo que escribo.
Considero que honor tienen los que de verdad escriben buenos libros y buena literatura, pero a mi modo de ver las cosas, tampoco pretendo ser un héroe de los que salen en las películas, pero una cosa si me ha llamado la atencion:
En su mayoría, los temas que se tratan en los libros, son los políticos, y los escritores hacen alardes de patriotismo cuando escriben pasajes de sus vidas.
Sin haber sido preso político, pretendo hacer una denuncia hacia un régimen que cambio mi vida y la de muchos. Siempre he dicho que cada cubano tiene un pasado turbulento de lo que vivió, o vió vivir a otros y es por eso que por fin me decidí a escribir mis memorias, mis trabajos, mi adolecencia, mis cambios en la vida, como crecí en un pais en bancarrota, los cambios de las personas, de mi familia y los que me rodeaban.
En fin, de allí el título de este libro: ERASE UNA VEZ UN CUBANO, y digo así, por que no todo el mundo tiene el tiempo, o el coraje para dar a conocer al mundo cosas que ni contándolas, las creen, como lo es el crecer en un pais comunista y ver como se matan, se odian, se delatan unos a otros, y todo por dejarse ver bien con el gobierno imperante en Cuba.
Como yo existen miles de jóvenes que pasaron lo mismo, o peor que yo y por razones diferentes, se desconocen estas cosas.
Al principio de la revolución, muchos abandonaron Cuba y dejaron una estela de pregones con los cuales yo crecí.
Uno de ellos y el más popular creo que fué: ESTA ES TU CASA FIDEL.
Y Fidel de tanto oirlo, se quedó con todo lo que le dió la gana.
Se fueron al principio de esta desgracia. No vivieron lo que vivió mi generación.
Y despues estando aquí pretendian saber más que uno de lo que pasamos.
¿Que sabian del comunismo si se fueron en el 59?
Para saber la verdad de lo que era el comunismo, tenian que haberse quedado en Cuba, crecer allí, y ver lo que muchos vieron, lo que pasamos y las cosas que tuvimos que hacer para vivir en ese pais que segun los turistas, es el pais más bello del mundo y no entienden cuando un cubano cuenta lo que ellos no ven o no les enseñan. Siempre he dicho y diré, que en los 50 años que lleva la revolución de Castro, los tiempos difíciles fueron de "nosotros" los que crecimos con ella y fuimos adolecentes (teenagers) en los 60's y conocimos el nacimiento del SMO (Servicio Militar Obligatorio) y la UMAP, (Unidad Militar de Ayuda a la Producción) y tantos inventos más que solo se veian en un pais miserable como ese, donde nos tocó bailar con las mas fea.
Los cubanos de mi generación nos empeñamos en coleccionar recuerdos gratos de la adolescencia, en un raro ejercicio de masoquismo.
Ninguna adolescencia es apacible. Menos aún pudo serlo la nuestra. Discurrió en un país con forma de campamento donde todo cambiaba a la velocidad de los caprichos, apuntados a un futuro que nunca llegó, de unos místicos y voluntariosos guerrilleros barbudos que vestían de verde olivo.
Nuestras nostalgias de novias, amigos, playas, fiestas y canciones prohibidas riman forzadamente en la memoria con mugrientos albergues agrícolas. No faltó tizne de cañaverales, inquisitoriales análisis de aula, soporíferos círculos de estudio, peste de calabozos e intentos de contener el llanto en las despedidas. Y siempre, en cada una de ellas, el hambre y el desamparo como los más fieles de los perros.
Nos debatimos en opciones riesgosas para nuestros destinos. Nos movíamos entre Dios, Lenin, Che Guevara, los Beatles, el pato Donald, los muñequitos rusos y el idioma inglés aprendido en la WQAM. Combinamos a Nguyen Sung, los siete samuráis, Silvio Rodríguez y una lata de leche condensada.
A duras penas sobrevivimos al asedio de padres, profesores, policías y responsables de vigilancia que velaban por nuestra albura ideológica.
Por si fuera poco, vivimos entre nosotros una perenne lucha de gatos y perros, callejeros, mal nutridos e indóciles. Una guerra enfrentaba a guapos y pepillos, al ambiente contra la onda. Y la policía contra todos.
Los bandos estaban delimitados. Los guapos de Párraga, Mantilla y San Miguel, con motas y flap top, casquillos de oro y platino en los dientes, pantalones anchos y zapatos apaches. Los pepillos de La Víbora, Santos Suárez, Alta Habana y El Vedado, con melenas y pantalones campana.
Unos bailaban casino con Revé, los Van Van y la Monumental. Los otros se contorsionaban con el rock de Led Zeppelín, los Stones o durante los 21 minutos que duraba Get ready.
Cada bando se creó sus héroes y sus leyendas.
Las broncas estallaban en fiestas o campamentos de escuela al campo. Por cualquier motivo o sin él. Las armas eran, además de los puños, botellas, chavetas o cinturones anchos de enormes y contundentes hebillas.
Por eso y por muchos motivos más, me decidí a escribir este mensaje-denuncia, para muchos y en especial para mis dos hijas. Brenda, la mayor, para que vea de lo que la salvamos su madre y yo y cuando luchábamos por salir de Cuba. Y Melanie, la más pequeña, fruto de otro matrimonio, que nació en los Estados Unidos, para que sepa, el porqué sus padres estan aquí y en un futuro, cuando sea mayor y entienda, que sepa defender por lo que lucharon y pasaron muchos cubanos que estan aquí, y saber el porque ella nació en un pais que supuestamente no es el de ella.
Esta historia, aunque no lo parezca, es en parte, una pequeña gotica, de la historia de Cuba.
Muchas personas que conozco me dicen que yo hubiera dado un buen patriota.
Yo no lo creo, no me imagino siendo martir, pero si puedo agregar algo, y es que el destino de muchos cubanos hubiera sido diferente, si el propio cubano fuera diferente.
Esto que van a leer es nada más y nada menos que parte de mi vida y la de muchos jóvenes en Cuba. Al principio pensé ponerle como titulo: MI VIDA Y LA DE MUCHOS, pero a última hora decidí que fuera solo: ERASE UNA VEZ UN CUBANO, ya que narro varias historias de muchachos de mi edad, de mi generación entre ellos, la mía.
Se que muchísimas personas no creeran nada de lo que aquí escribo, pero sinceramente, me tiene sin cuidado lo que piensen. Yo se que lo viví y el que quiera creer, que lo haga. Si no lo creen, pues háganse idea que esto es una novela de ficción y de todas formas disfrutaran esta novela.

Waldo Fernández


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