jueves, 18 de diciembre de 2008

LOS COCODRILOS


Me fuí al Ministerio del Trabajo y después de mucho papeleo, conseguí una plaza en La Ciénaga de Zapata, cazando cocodrilos.
Esto fué famoso, ya que era lo único que te ofrecían al salir del Servicio o de la Prisión.
Me fuí con orgullo para la Ciénaga. Pagaban bien.
Al llegar al albergue me encontré un cartel gigante que decia "Solo Los Cristales se Rajan".
Después de un entrenamiento que te dan, salimos por primera a vez a caballo hacia la Ciénaga. Estando monte adentro, salió un cocodrilo, para mí gigante, y con la cola golpeó a uno de los caballos. Al caer el caballo y el jinete, yo solo traté de socorrer al negrito que montaba el caballo. Cuando logré encaramarlo en el mío, me fijé que el cocodrilo se estaba tragando vivo al caballo.
Me dio escalofríos. Me impresioné mucho.
De regreso al campamento, empecé a recoger mis cosas.
La gente me preguntaba:
-¿Qué estás haciendo?
-Hasta aquí llegó mi aventura con los cocodrilos. -
les respondí-Yo quiero ver a mi hijo nacer y no voy a ser comida para ningún hijo de puta de éstos
(Me refería a los cocodrilos)
-Te van a mirar mal y te criticaran. Eso va para tu expediente laboral- me decían.
Pero yo no creía que, después de todo lo pasado, me fuera a afectar más.
Recogí y me fuí.
Estando en la parada de la guagua para La Habana, llegaron varios más, entre ellos el negrito, que todavía estaba blanco del susto.
A mí me encantaban las Aventuras de Tarzán, pero yo no quería imitarlo.

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