jueves, 18 de diciembre de 2008

EL CHOCOLATE


Una noche, estando de guardia en Bello Indio, se me ocurrió a las tres de la mañana hacer un chocolate caliente y la gente que me rodeaba pensó que yo estaba loco.
¿De dónde íbamos a sacar la leche y el chocolate?
-Del almacén-, les dije y forcé la puerta del almacén y saqué leche, chocolate y panes.
Hicimos tremenda chocolatada. Había un frío que pelaba, ya que en esa zona los fríos eran violentos, pero el chocolate ayudó a calentar el alma de todos.
Al otro día se formó tremenda jodedera debido a que encontraron el almacén con las puertas rotas y nos preguntaron a nosotros que estábamos de guardia.
Nadie dijo nada, pero mi hermano insistió en que yo tenía que saber algo de lo que pasó.
Vladimir sabía de la pata que yo cojeaba y me decía que solamente yo era capaz de una cosa así. Terminamos fajados a piñazos en el campamento.
La cosa cómica vino en la primera visita que tuvimos de nuestros familiares, pues nadie sabía que Vladimir y yo éramos hermanos. Cuando la gente me vio sentado con mis padres y con Vladimir, todo el mundo preguntó y cuando se enteraban, decían que cómo era posible que fuéramos hermanos. Nadie lo creía. Era imposible que "yo", el tipo más renuente a todo en la escuela, fuera hermano del más odiado de la escuela.

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