miércoles, 17 de diciembre de 2008

LA FABRICA DE CLAVOS

Entré con el pie derecho a esta prisión, ya que empecé a trabajar en la escuela, aunque duré poco.
Tuve la suerte de que necesitaban un electricista en la fábrica y empecé a trabajar allí, aunque no como electricista automotriz, sino como electricista industrial.
Era fácil debido a que casi todo estaba nuevo y solo teníamos que preocuparnos por el mantenimiento.
El taller de carros estaba dominado por 5 presos que casi vivían fuera de la prisión y comían fuera del penal.
Yo traté de estar allí, pero era casi imposible.
Una noche estaba caminando por la fábrica, cuando descubrí que a un costado de allí había otra fábrica cerrada. Pregunté qué era aquello y me dijeron que antiguamente era una fábrica de clavos.
En el taller había muy poco trabajo y me dio la "corcomilla" por entrar a la antigua fábrica.
Era gigante y había 8 máquinas automáticas que hacían millones de clavos en su época.
Los rollos de alambre estaban oxidados del tiempo que estuvieron bajo la lluvia.
Pedí permiso para quedarme el dia entero en la fábrica. Me lo dieron, aunque me advirtieron que era inútil, ya que por allí habían pasado "ingenieros electricistas" y dieron por descontinuadas estas maquinarias. Era una maquinaria americana, comprada en Canadá en el año 1958.
Según las personas que conocían la historia, un día hubo un "corto-circuito" y algo agarró fuego y las máquinas no funcionaron jamás.
Según supe después, parece que hubo algún tipo de contrarevolución-sabotaje con la máquina y los que pasaron por allí, no quisieron arreglar la misma.
Limpié la zona de esta maquinaria para poder trabajar.
Puse la corriente en el taller y llegue hasta la máquina.
El "catao" estaba quemado y del cortocircuito, se derritió la pieza, que era imposible de conseguir.
Quité la pieza y cuando la desarmé en un banco de trabajo, me di cuenta que era imposible conseguir esta pieza en Cuba.
Como trataba por todos los medios de no estar dentro de la prisión, pasaba el tiempo con la máquina de clavos y eran tantos los que me decían que era "imposible" arreglarla que la dichosa máquina era una obsesión para mí.
Desarmé el "famoso catao" que estaba derretido, salvé lo que pude y las piezas que se derritieron con el fuego, las hice "a lima" y con ayuda de un tornero que estaba preso allí, conocido como "Carlos El Borracho" , quien me dijo que yo estaba loco, pero me ayudó en
todo lo que pudo.
Llegó el día que todos estaban esperando, pues arreglé la cabrona pieza y estábamos listos para echar a andar la máquina.
Llamamos a un preso que la conocía bien y con la ayuda de él, engrasamos la máquina y le dimos lija a mano a los rollos de alambre. Montamos los rollos y...
¡La máquina funcionó!
ۣLos gritos de todos se oyeron en todo el penal.
Esta máquina llevaba más de 10 años parada y este humilde comemierda la puso a andar.
Tremenda gritería y aplausos por parte del penal completo.
Esta fábrica le dio trabajo a más de 90 reclusos.
Me enviaron un diploma de agradecimiento de parte del Ministro de la Construcción.

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