miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL TALLER DE MECANICA

La vida en Guanajay siguió de la misma forma. Un buen día me llaman de la oficina del jefe de la prisión y me dicen que necesitaban un electricista en el taller de mecánica y que allí solo trabajaban reclusos que tenían poca condena y salían de pase.
El jefe me dijo tajante que me iba a sacar bajo su responsabilidad.
Me habló muy amigablemente, pero también me dijo que si me fugaba, era mejor que me fuera para China, porque no iba a descansar hasta encontrarme.
Con esas condiciones, me sacaron para el taller, que era casi en la calle.
Ya no dormí más en la prisión.
El taller tenía un cuarto grande donde había 8 camas.
Tambien teníamos mejor comida y hasta televisión hasta la hora que nos diera la gana.
Después de pasar varias semanas, me vuelven a llamar de la oficina de "Reeducación" y me dan la sorpresa de que había llegado la orden desde el Ministerio del Interior que por el arreglo de la fábrica de clavos, me daban un pase de 72 horas de "estímulo".
Yo no lo podía creer. Después de casi 5 años sin ver la calle y con la condena que tenía no me imaginaba en la calle.
Me "leyeron la cartilla" y me aconsejaron que no me fugara, que si seguía "portándome bien", era mejor para mi condena.
Yo no había tenido más problemas y se dieron cuenta que mi etapa en Quivicán fue por motivos ajenos a mi voluntad.

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