miércoles, 17 de diciembre de 2008

LA EPILEPSIA

En una ocasión le pregunte a Mederos si a mí no me habían mandado electros y me contestó que yo no podía recibirlos porque me mataban, ya que yo era epiléptico.
¡BINGO! Eso era tremenda noticia para mí y pude dormir tranquilo. Yo no era epiléptico, de eso estaba seguro.
Cuando estaba en la sala Castellanos, me acordé de un medico que habia conocido años atrás en la prisión de Malagamba y que me decía que esos exámenes de electroencefalograma o algo así, no eran efectivos y me contó como se podia burlar las máquinas.
Cuando te acostaban en una cama de metal, te llenaban el cuerpo de alambres y cositas raras conectadas a esa máquinas.
Te pedían que movieras un dedo y por la máquina sabían si tu movías cualquier parte del cuerpo.
El secreto era que mientras te decían que no te movieras para nada, tú con tu garganta "murmurabas", movías suavemente un dedo de cada mano o pestañeabas constantemente. Gracias a eso, el examen me dio epilepsia.
Di gracias a Dios de haber conocido a este doctor.
Mederos vestía como doctor y algunas veces lo hacía de miliciano.
Una vez le pregunté algo. No recuerdo que, pero lo llamé por su nombre de pila.
Se viró, me miró y me dijo:
-Doctor ... , doctor Mederos.
La gente de allí decían que estaba medio loco y que no era doctor ni un carajo, pero le gustaba que le dijeran doctor.
Fueron muchísimas las veces que vi a Mederos ordenar los electros a su antojo.
No sé si los presos allí eran políticos o no, pero lo que sí sé es que Mederos fué tremendo hijo de puta. Hizo demasiado daño.
Después del desayuno, te sacaban para un patio que tenía un muro de más de 15 pies y donde no había donde sentarse, solo en el piso. Allí te iban llamando los médicos para exámenes o para visita de tus familiares.
En ese patio estábamos hasta la hora de almuerzo.
Cuando terminabas el mismo, para adentro otra vez hasta la comida.
Después de la comida pasaba Mederos otra vez y obligatoriamente te daban una pastilla, no sé de qué, pero era tumba-caballos.
En menos de 10 ó 15 minutos estabas "muerto" en la cama.
Esto era otra historia. Cuando te daban esas pastillas, los "enfermeros-mandantes" te registraban y te robaban lo que les pudiera interesar como cigarros, cadenas o lo que les diera la gana. Hubo casos de violaciones y por supuesto, Mederos hacía oídos sordos
a todo esto. Eso pasó y yo lo vi. Un muchachito joven se sintió violado y le dió las quejas a Mederos y allí mismo lo enviaron a darle electros.
Todavía recuerdo cuando el juicio en Miami , como mucha gente decía "pobre viejo".
El caso de Mederos era como los criminales de Guerra nazis.
Ya estaban viejos, pero la gente que no tenía dolientes, decían que dejaran tranquilos a los pobre viejos descansar en paz.
¡En paz el coño de su madre!
En el patio de esta sala conocí mucha gente que estaban "filmando", pero también conocí mucha gente que le faltaban un millón de tornillos. Era deprimente ver cosas así.
Yo pensé que me las sabía todas, pero la experiencia de Mazorra, jamás se olvidaría y
mantendría una cicatriz en mi mente.

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