miércoles, 17 de diciembre de 2008

ESCUELA AL CAMPO: CUBA-CANADA

En ese tiempo, una de mis pasiones era la música y llegué a tener musica internacional del mundo entero.
Le facilitaba a las estaciones de radio mucha música moderna y los DJ's famosos de la Habana, tenían que recurrir a mí para obtener ese tipo de música.
Se hicieron famosos en La Habana, personas como "Paquito", Vitico y Tito, los DJ's más famosos de La Habana. Paquito esta en Miami hoy en día, tiene una tienda de ropa y en ocasiones, todavía pone música en fiestas. Lleva en el negocio como 36 años, desde la
época de la Secundaria Básica en La Víbora.
Conocí en aquel entonces a un muchacho llamado Guillermo Fernández, que era maestro de una Escuela en el campo llamada: "Amistad: Cuba-Canadá".
Esta escuela estaba en la región de Quivicán, cerca de la prisión en el medio del campo.
La Escuela era nueva y la iban a inaugurar oficialmente en cuando llegara el Primer Ministro de
Canadá Pierre Trudeau. La escuela se abre oficialmente el día 13 de febrero de 1974. El primer Ministro de Canadá dona muchas cosas para esa escuela como proyectores de películas de 16 MM, grabadoras de cassette, videos caseteras Betamax de último modelo, algo que se desconocía en Cuba , y muchas cosas más.
Hice mucha amistad con Guillermo, hasta el punto que cuando me contó de todas esas cosas que había en la Escuela, se me ocurrió asaltarla y me di a tarea de planerlo todo.
El 14 de febrero, me colé con Rómulo y Guillermo y asaltamos la escuela a punta de pistola. ¡Que locura!
Lo teníamos bien planeado y no podía fracasar.
Ese día se suponía que hubiera solo tres personas en la escuela y así fue.
Al primero, que estaba de guardia, lo agarramos dormido. Era un negrón como de seis pies y estaba dormido, sentado en una butaca. Cuando lo despertamos, el negro se puso blanco y nos miraba y decía:
-Yo no entiendo nada ...¿qué está pasando?
Yo le respondí:
-No tienes que entender nada, esto es un asalto y pórtate bien, que nada te va a suceder.
-¿Qué cosa es esto?
, decía el negro y diciendo eso se paró de la butaca.
Fue impresionante, cuando el tipo se paró y vimos lo grande y fuerte que estaba.
Por instinto reacionamos y los tres dimos un paso atrás.
En eso reacciono rápido y le digo a Rómulo:
-¿Mátalo para que acabe de entender!
Era cosa de risa, ya que la pistola de Rómulo no tenía balas, ni aguja percutora, o sea que no servía.
Rómulo rastrilló el arma que poseía y el negrón brincó hacia atrás del susto.
No dio más molestias. Lo sentamos donde estaba y lo amarramos y amordazamos.
Cuando amarramos al negro, me viro para Guillermo y le digo:
-Uds. dos, quedense aquí con el sereno y Uds. tres, vayan a traer los carros.
El negro al oír eso empezo a sumar gente y creyó de verdad que éramos una pandilla.
Guillermo cogió el carro donde fuimos y le dio para atrás y adelante varias veces, haciando ruido para que pensaran que eran varios carros.
Averiguamos con el negrón y nos dijo que las otras personas estaban en un dormitorio en el primer piso de la escuela y para allá fuí.
Los dos tipos estaban dormidos y les tranqué la puerta con llave.
En cuanto me aseguré que todo estaba listo, empezamos a cargar el carro, pero enseguida estaba lleno y nosotros éramos tres.
Había en la escuela un camioncito panel (van) y lo robamos también.
Allí empezamos a meter todos los efectos eléctricos que había en la escuela.
Todo estaba nuevo de paquete y sin abrir.
Seis proyectores de 16 mm, Sony Sonoros, ocho grabadoras de "Real to Real", que en ese momento tenían un precio en el mercado negro altísimo, 6 Video-casseteras BETAMAX. El video-cassette no era popular en Cuba todavía, pero yo vi las máquinas tan lindas que me las llevé, sin saber que carajo eran.
Junto a todo esto, nos llevamos bocinas, cintas de grabadoras, de videos y en fin, todo lo que servía y tenía valor en la calle. Dejamos a la escuela sin ningún efecto eléctrico. Todas estas "boberías" tenían un valor en la calle de más de 60,000 pesos y eso en aquel entonces era un tremendo "botín".
Nos fuimos de allí llevándonos el van y con el carro de Guillermo, que era un Station Wagon (pisicorre).
De allí fuimos a una terminal de ómnibus a dejar a Rómulo que tenia que ir hacia Artemisa a buscar a su novia que estaba en una Escuela al Campo. Guillermo y yo seguimos para la Víbora, a donde llegamos sin contratiempo.
Era el 14 de Febrero de 1974. Esa noche bajamos todas las cosas en mi casa, Guillermo se fué y
yo me fuí a dejar el van en algún lado lejos de la casa.
El robo fué un éxito, pero yo solamente confiaba en Rómulo. Cuando regresé de dejar el van, volví a cargar el producto del robo y fui dejándolo en varios lugares en casas de amistades.
Solo dejé en mi casa una guitarra.
Rómulo se antojó de llevarse y un cuadro pintado al óleo del Che Guevara.
Al otro día vino Guillermo y llevé con él la guitarra para casa de un amigo mío y fuimos hasta casa de Rómulo a dejar allá el cuadro del Che. Guillermo quería repartir el robo y yo le dije que tenía que esperar a que llegara Rómulo de Artemisa.
Nunca supo donde estaban las otras cosas.
El lunes siguiente, Guillermo fué como de costumbre a su escuela y en la guagua que lo recogía, "se enteró" que habían robado la escuela y cogió mucho miedo cuando le dijeron que estaba el DTI con los perros buscando pistas.
A mí los perros no me preocupaban, ya que yo antes de salir de la escuela, tuve la
precaución de regar por todos lados un poco de pimienta y luz-brillante, así como cloro y todo lo
encontré que pudiera auyentar a los perros.
Efectivamente, no hubo problemas con los perros.
El DTI, al no tener pistas contra nadie, empezó a registrar a todo el que tuviera vínculo con la
escuela: maestros, alumnos y a todo el personal que trabajaba allí, desde el mas grande hasta el más chiquito.
Guillermo no me preocupaba, pues él no tenía nada en su casa, ni siguiera sabía donde estaban las cosas, pero en la famosa guagua del colegio donde se comentó lo del robo, habló con un amigo de la escuela, maestro también y le dijo que se quedaba antes de llegar al colegio, ya que él y dos "amigos" habían sido los que robaron la escuela.
El DTI tenía la presión del Ministro de Cultura y del Ministerio del Interior, ya que daría pena que el Primer Ministro de Canadá, que todavía se encontraba en Cuba , se enterara de que habian robado todas las cosas que el regaló para la escuela.
La presión fue mucha y llegaron a parar todos los casos que atendian en La Habana para dedicarse por completo al robo de Cuba-Canada.
El DTI se coló en casa del amigo de Guillermo y allí encontró una grabadora que él se habia robado un año antes. Como es de esperar, lo acusaron a él del robo y de terrorismo, que ese robo podría traer problemas con Canada.
El tipo se cagó por completo y un poco más y nos acusa de la muerte de Gardel.
Enseguida dijo lo que sabía, que había sido Guillermo Fernández, el maestro de la escuela y dos amigos de él.
El DTI se dió a la tarea de buscar a Guillermo para saber el paradero de nosotros y del robo.
El DTI tenía la información de que éramos una banda, a pesar que el amigo de Guillermo dijo que éramos solo tres.
El negro que amarramos, llegó a decir que vio a 5 personas cuando lo interrogaron. El DTI no confiaba en el tipo, pero la única pista que tenía era la de Guillermo.
Se metieron en casa de Guillermo y rodearon la cuadra con un camión lleno de guardias. No sabían lo que se podían encontrar. Guillermo no estaba en la casa y allí también encontraron algunas cosas robadas de la escuela y empezaron a hostigar a la familia y se los iban a llevar presos, cuando llegó Guillermo y dijo que la familia no tenia nada que ver con eso, que
habian sido el y dos amigos, mencionándonos a Rómulo y a mí.
Ya estábamos en candela. De casualidad llegó a mi casa un amigo de Guillermo y me dice que la policía estaba en su casa y la estaban registrando. Yo me preocupé por Guillermo, pero no pensé que fuera tan comemierda de dejar cosas en su casa que tuvieran vínculo con la escuela.
Le pregunté varias veces y me dijo que no me asustara que no tenía nada conprometedor.
Me engañó y eso le costó caro.
Le dije a Teresita lo que había pasado y volvimos a registrar mi casa, pensando que hubiera algo de otros robos que pudieran comprometernos. Yo no confiaba en Guillermo, pero si en Rómulo y me dije a mí mismo que sería la palabra de él contra la de nosotros, ya que Guillermo no tenía ni idea de dónde estaban las cosas y Rómulo menos, aunque yo confiaba plenamente en él y
ponía mi cabeza en sus manos.
Me fui para casa de mi mamá y comí allí, dando tiempo a que pasaran algunas horas y la cosa estuviera más tranquila.
Llegó la hora de irse y le dije a Teresita que iríamos para la casa y si todavia no me andaban
buscando, nos iríamos para el cine.
Al llegar a mi casa, una amiga vecina me empezó a hacer gestos muy raros y me señalaba para la azotea.
Yo no entendía bien, pero algunas veces yo le pasaba algún contrabando de comidas o robos por la azotea.
Me subí y caí en el patio de su casa.
-¡Hijo!, me grito- ¿que has hecho que el DTI te está buscando?
Le conté por arriba y le entregué las dos pistolas que tenía y las tenía escondidas en la azotea casualmente.
Regresé a mi casa y le conté a Teresita, lo que estaba pasando.
-No te preocupes, le dije- no hay pruebas contra mí.
Vamos a bañarnos y nos vamos para el cine, como si no hubiera pasado nada.
Se tranquilizó, nos bañamos y salimos para la calle con destino al cine más cercano.
Yo llevaba cargada a Brendita, cuando de buenas a primeras se aparecen dos carros contrarios y una perseguidora (carro de policía) por el otro lado.
Del carro se bajaron 8 agentes de la policía o DTI y amenazándome con pistolas, me gritaban que levantara las manos que estaba preso.
Brenda se asustó mucho y se apretaba a mí. Yo no podía levantar las manos
teniéndola a ella cargada.
-¡No estoy armado y tengo a la niña en brazos!-les grité. ¡Voy a poner a la niña en el piso!
Así lo hice, poniendo a Brenda en el piso y diciéndole que fuera con su mamá.
Brenda no quería y se apretaba más a mí, hasta que le hice una seña a Teresita y ella se hizo cargo de la niña.
Enseguida se me tiraron arriba y empezaron a registrarme de arriba a abajo hasta que se dieron
cuenta de que no estaba armado.
Me sacaron los papeles legales que había firmado un juez para el registro de mi casa.
Por supuesto que no encontraron nada del robo, ni de otro, pero se ensañaron con la casa y se llevaron mis grabaciones, libros, radios viejos, la plancha y todo lo que les dió la gana.
Hasta cortes de tela de Teresita que se acabaron de comprar por la libreta y comida cogida
también por la libreta.
La presidenta del Comité de Defensa se reía y me decía:
-Yo sabia que tú no te escapabas de la justicia.
Ahora vas a pagar todo lo que has hecho contra la revolución.
-¡Siga pal coño de su madre!,
le grité.
Me llevaron para la Estación de Policia de Avenida de Acosta, la cual me conocía de memoria, ya que estuve allí varias veces y los guardias que me conocían me decían que ahora sí que estaba en candela.
De allí me llevaron para el DTI de Santiago de las Vegas, que era donde pertenecia el caso.
Nadie habló conmigo.
Al otro día, después del desayuno, me sacaron para interrogarme y les pregunté que porqué me habian detenido.
-Tú eres comemierda o te haces el comemierda-, me contestó el primero.
Me llenaron un acta de acusación donde decía de qué se me acusaba y todo lo relacionado con el robo.
Me negué a firmarlo y me decían en miles de formas que no me hiciera el "cabrón" que ya Rómulo y Guillermo habian confesado y de mí querían saber dónde estaban las cosas y las armas que utilizamos.
Yo me reía para mis adentros pensando en Rómulo.
Ellos no sabían que Rómulo era mi hermano, y que primero muerto, que decir nada contra mí.
Así estuvimos dos días, hasta que un día me llevan a un cuarto donde encima del escritorio había una grabadora y me dicen:
-Tú sabes andar con estas cosas, échala a andar.
Había una grabadora con un micrófono y la cinta por la mitad de grabación.
Le di al "play" y empecé a oír las voces de los guardias interrogando a Guillermo y a Rómulo.
Se oían asi:
-Ahora Uds. van a decirnos sus nombres completos y nos van a contar todo lo que pasó la noche del 14 de febrero y cómo pasaron las cosas junto a la participación de cada uno de ustedes.
Primero se oyo la voz de Guillermo:
-Mi nombre es Guillermo Fernández y la noche del 14......
Allí empezó a hacer la historia de todo lo que habia pasado.
Yo siempre fuí muy desconfiado y les dije a los guardias que esa voz no creía que era la de Guillermo y que eso era un truco de ellos para hacerme confesar algo que yo no había hecho.
-Sigue oyendo, me dicen
Seguí oyendo la confesión de Guillermo hasta que llegó la parte de Rómulo, donde de la misma forma iniciaron la grabación .
Como dije anteriormente, yo confiaba mi vida en Rómulo y no creía que él dijera nada.
Hay un detalle que me llama la atención. Guillermo sabía que teníamos armas, pero no sabía la procedencia de ellas. Solo lo sabíamos Rómulo y yo.
Rómulo narró la procedencia de las armas y hasta el detalle de que habíamos fabricado con un amigo tornero la aguja percutora de una de ellas.
En fin, Rómulo habló hasta por los codos también.
La tortilla se viraba y ya tenían la palabra de ellos contra la mía.
Yo seguí negándolo todo.
Salieron del cuarto y regresaron con Rómulo y Guillermo.
Antes de meterlos allí, les habían dicho que yo decía que las armas eran de ellos y ese truco de
confrontación, lo utiliza mucho la policía en todas partes del mundo.
Este dice que tú dijiste, y así se forma el rollo.
Rómulo avanzó hacia mí reclamándome lo que le habían dicho:
-¿Cómo cojones tú dices que esas armas eran mías, si tú mejor que nadie sabes la verdad?
Diciéndome eso, me fue para arriba y empezó a darme golpes. Yo con las manos esposadas, casi no me podía defender.
Me "madrugó" y bastante. Solo podía empujarlo con los pies, hasta que en su furia contra
mí, resbaló y allí pude darle una patada en la cabeza.
Los guardias se metieron enseguida que vieron la cosa al revés y se los llevaron para otras celdas.
Ya estábamos en candela y me llevaron para una celda donde estaría solo.
Ellos dos estaban juntos en otra celda.
En resumen, la candela era grande y a la larga, con pruebas o sin pruebas me iban a joder, así que empecé a inventar una historia, donde decía que las armas las habia botado por el camino y que me asusté al llegar con el van y lo dejé abandonado en Mantilla con todas las cosas adentro.
Por supuesto que ellos no se lo creyeron, pero esa fué mi declaracion y era lo único que firmaba.
Le dieron mucho largo al asunto.
Un día me pusieron otra vez en confrontación con Rómulo y terminamos fajados, pues Rómulo quería que yo entregara las armas. Fué otra buena bronca.
Les habían dicho a Rómulo y a Guillermo que mientras no aparecieran las armas no salían del DTI y ellos al igual que yo, estaban locos por salir de allí.
El gobierno siempre trataba de conseguir que no hubiera armas en la calle y de verdad, era casi
imposible de encontrarlas.
Al terminar la pelea, me meten en otro calabozo y no donde estaba antes.
Allí había un tipo con tremenda facha de delincuente, lleno de tatuajes y en fin, con toda la pinta de la delincuencia común en Cuba .
El tipo siempre se las daba de guapo y se fajaba con la policía, pero mi instinto, me decía que no me confiara. Hablaba muy bien y se espresaba como intelectual como para creerle que era un "guaposo" de la calle.
Un día lo sacaron para interrogarlo debido a que, según él, estaba complicado en un robo de refrigeradores y cuando regresó, llegó fajado a golpes con la policía.
Me dice que afuera estaba un tipo que se llamaba Rómulo Ameneiro La Rosa .
Allí acabé por convencerme que ese tipo era un enviado y se lo hice saber.
¿Cómo era posible en unos segundos y fajado con la policía hubiera aprendido tan rápido el nombre y los apellidos de Rómulo, que yo, que lo conocía por años, me costó trabajo aprender el Ameneiro?
El tipo se encabronó y nos dimos unos golpes.
Llegó la policía y lo sacó de allí.
Esa noche me puse a pensar y llegué a la conclusión que solo me salvaría de aquella candela que me hiciera el loco y lograra llegar a Mazorra.
Yo había escuchado historias de gente que se hicieron pasar por locos y habían resuelto.
Me tracé un plan y lo llevé a cabo.
Un sábado por la noche arranqué unos pedazos de tela de un colchón e hice una soga para ahorcarme (de mentirita). Me puse la soga al cuello y así estaba hasta que llegaba la comida y el carcelero.
El domingo repetí lo mismo y dormí toda la noche con la soga.
El lunes por la mañana tenía un verdugón en el cuello como si me hubiera ahorcado.
Tenía la soga cortada de forma de que al caer yo la soga se rompiera, y así lo hice. Esperé a que
estuviera el guardia cerca y me "colgué". Al caer la soga se rompe y yo me quedé tranquilo en el piso esperando la reacción del guardia.
En esos dias tenía un catarro del carajo, una moquera grande, pero en la situación que había, no tenía tiempo de sacar un pañuelo y limpiarme. El piso estaba mojado por una rotura en una tuberia de agua y cuando llegó el guardia y me vio en el piso, empezó a gritar por ayuda.
El "pensaba" que estaba haciendo un "numerito" y lo gritó, pero cuando me vió la soga al
cuello y el verdugón que tenia, se formó tremendo corre corre.

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