miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL POLICLINICO

Me cargaron y me sacaron del DTI con destino al policlínico más cercano en Santiago de Las Vegas .
En el policlínico me atendió una joven doctora, que cuando vió el verdugón y pregunto por qué estaba preso, me remitió enseguida para el Hospital Siquiátrico de Mazorra. Me inyectaron algo que me dolió como carajo y me mareó.
Yo estaba sentado en una silla pegado a la pared y me daba cabezasos suaves contra ella.
La doctora no dudó y firmó enseguida la hoja de Mazorra.
Yo, para mis adentros me dije:
-¡Gané!
Qué equivocado estaba. Los guardias se cagaron en la orden de la doctora y me llevaron de nuevo para el DTI.
Yo, mientras, me hacia el bobo y no hablaba ni gesticulaba nada con la vista fija hacia delante.
Al llegar al DTI, me sentaron en una silla del “lobby" de la estación, en donde estaba lleno de guardias.
Pensé en fugarme, pero no creía que pudiera con tanta gente alrededor.
Había un sargento joven, de esos que les encantaba “lucirse" ante la gente. Estaba fumando y tiró el cabo de cigarros para el piso. Yo en mi “numerito" de loco, me agaché, recogí el cabo de cigarro y empecé a fumarlo desesperado.
El sargento fue hacia mí y agarrándome por la solapa de la camisa y empujándome, me dijo:
-¡No te pares de ahi, comemierda!
Cuando caí del empujón en la silla, me levanté como un muelle y le fuí arriba, dándole todos los golpes que pudiera.
Enseguida se armo una revuelta contra mí. En eso se apareció el jefe del DTI y preguntó qué estaba pasando.
Le contaron lo que había pasado y respondió:
-Yo no estoy de humor para el comemierda éste.
Llévenlo de nuevo al policlínico y que le inyecten algo que lo tumbe.
Me esposaron y me llevaron de vuelta para el policlínico.
La doctora cuando me vio, empezó a gritar contra los guardias y a decir que ni Fidel Castro podia violar su orden de ingreso en Mazorra y empezó a hablar de derechos humanos y todas esas cosas.
Mandó a que me quitaran las esposas y aproveché cuando lo hicieron y la agarré por el cuello haciendo ademán de matarla.
¡Pobrecita! No era mi intención, pero el “papelito" tenía que quedarme bueno.
Enseguida se me tiraron arriba los enfermeros y los guardias y me volvieron a esposar. Me inyectaron en una nalga "cloropomasina compuesta" y "benadrilina", eso casi me mata.
Yo estaba tratando de sacar fuerzas de donde no había.
Las inyecciones estaban acabando conmigo.
Me montaron en el carro y de vuelta para el DTI.
Al llegar al DTI, en el parqueo, uno de los guardias me dice que me tengo que tranquilizar porque mi mamá, mi esposa y mi hija estaban en el lobby y me estaban esperando.
Yo estaba casi muerto. No podía ni con mi alma, pero cuando me fuí acercando a mi mamá, saqué fuerzas de donde no tenía y le cai arriba, siguiendo el "numerito". No me dejaron llegar.
Se me avalancharon todos los guardias y me tumbaron en el piso. El jefe del DTI, cuando vio eso, pensó que de verdad yo estaba loco y dio la orden de llevarme para Mazorra.
-¡Ahora sí gané!-, pensé.
Para seguir el numerito, ni miré a mi familia y me montaron en el carro con destino a Mazorra.
En el camino a Mazorra abrieron la ventanilla y el aire puro de la calle me animó un poco.
No sabía qué más hacer hasta que llegara a Mazorra.
¿Qué pasaría ahora? Pensaba en todo lo que había hecho para estar allí en esa situación y comprendí que ningún dinero del mundo vale la separacion de mi familia y que definitivamente, había sido un comemierda en confiar en tanta gente.
Pensaba en Rómulo y la desilusión fue mucha. Mi hermano, más que mi hermano. Yo por el daba la vida y pagó como una puta. Cada día de mi vida que pasó, desconfié del mundo entero.

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