miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL MARINO MERCANTE

En otra ocasion, fuimos a robar a la casa de un capitán de barco de la Marina Mercante Cubana. Este tipo vivía también como un marajá de la India .
Lo conocí por una fiesta que dio su hijo. La casa estaba llena de lujo en el Vedado.
Hasta el último detalle de la casa te indicaba que la gente que vivian allí, viajaban mucho.
No había nada en la casa que te indicara que vivían en Cuba .
¡Qué envidia me dio que existieran estas personas en Cuba que tuvieran de todo y el pueblo no tenía nada y vivía miserablemente!
Planifiqué el “golpe”, pero no salió muy bueno.
En esos días, solo tenia una pistolita de aquellas viejas que le decían "vizcaíno" y Rómulo no podía estar armado.
La pistola solo tenía dos balas (hasta eso en Cuba era ridículo), no te dejaban robar
honradamente, pero así mismo decidimos hacer el atraco.
Nos robamos un camioncito de un taller del INIT (Instituto Nacional de la Industria Turística) y
fuimos para la casa que estaba en un primer piso en el Vedado.
Según nuestras averiguaciones, ese día solo iban a estar dos viejas en la casa y cuando entramos,
resulta ser que había 8 personas.
¡Qué jodedera! y con dos balas solamente. Rómulo con un machete y yo con la pistola, amenazamos a todos y se estuvieron tranquilos, pero una de las viejas empezó a gritar, hasta que el capitán la calló. El instinto de conservación, hizo que mirara por el huequito de la puerta y viera que habia un miliciano y 3 ó 4 personas detrás de la puerta.
-Se jodió esto-, le dije a Rómulo.
Cuando nos asomamos al balcón, vimos más de 40 personas en los bajos del edificio.
¡Qué horror, por los gritos de la vieja, se movilizó toda la cuadra.
El camión estaba en la esquina de la casa.
Decidimos irnos como pudiéramos y apunté la pistola hacia arriba de la puerta para disparar sin herir a nadie y le dije a Rómulo que en cuanto disparara, empujara la puerta y se mandara a correr.
Así lo hice. Disparé por encima del huequito y el alboroto fue de película.
Todas las gentes que estaban alrededor, más lo que estaban en la escalera, incluyendo al miliciano, se mandaron a correr y se formó el despelote, que parecian una manada de búfalos.
El viejo miliciano del susto, dejo caer el otro (cachimbo) , o sea tenía una pistolita igual que la
mía. Al empujar la puerta, teníamos vía libre y vi el revólver en el piso, lo recogí y seguimos corriendo.
En el camión estaba Eduardo, otro amigo de nosotros esperando que llegáramos, pero cuando sintió el disparo, se arratonó también y puso el camión en marcha.
La gente empezó a caernos atras y a gritar ¡Ataja!, griticos muy populares en Cuba .
Estuvimos corriendo hacia el camión, por casi dos cuadras, debido al susto de Eduardo.
En un momento me viré y dispare hacia arriba del grupo que nos seguia, el cachimbo del viejo y para sorpresa, nada más que tenía dos balas también.
La gente se dispersó y logramos llegar al camión, no sin antes disparar la bala que me quedaba contra un carro que estaba parqueado vacío. La bulla de los cristales fue grande y la gente paró de perseguirnos ..
Nadie salió herido, no pudimos robar y Eduardo demostró que no servía para estas cosas. Cuando llegamos al camión, Rómulo la emprendió a golpes con él y casi chocamos. Yo logré agarrar el timón y manejar hacia la Plaza de la Revolución, donde abandonamos el camión.
Fue una experiencia de madre, pero aprendimos que no nos podíamos confiar y teníamos que estar al tanto de todos los detalles.
El capitán estaba en la casa porque le suspendieron el viaje en que se suponía que iba a estar.
El cubano normalmente, no es cobarde, pero en Cuba están acostumbrados a que solo la policía, los milicianos o los soldados estaban armados y es raro ver a algun "delincuente" como nosotros llevar armas.
La propia policía está acostumbrada a disparar por cualquier cosa, pero no que les disparen.
El arma les da el valor que no tienen y nosotros aprovechamos el momento del impacto para huír.
Ese día pasamos un buen susto.
Estuvimos tranquilos por casi dos meses.

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