Uno de los negocios más grandes que hay en Cuba es el contrabando de carne.
En una ocasión mi papá me preguntó si estaba dispuesto a matar reses para contrabandear algo de carne.
Yo le contesto que de matar vacas no se nada, pero él me respondió que lo único que tenía que hacer era ayudarlo.
De esta forma iniciamos otra carrera de contrabando. Visitamos la zona de Quivican y escogimos un lugar para matar las reses. Yo ayudaba a mi papá amarrando la vaca y el con una puñalada certera la mataba. Allí mismo descuartizabamos la vaca y metiamos la carne en unos sacos de yute. Al principio fue bien la cosa pues la gente tenía necesidad de carne y nosotros se la ofrecíamos. La carne la vendíamos o la cambiábamos por otras cosas de necesidad.
Se hizo un vicio la carne debido a que no nos conformábamos con una a la semana o al mes, sino que hasta matábamos dos ó tres a la semana. Fue un negocio muy fructifero.
Un dia viajábamos de Quivican hacia la Habana cuando nos para la policia por tener una luz apagada en el carro. El miedo me llegó a las costillas. En el momento que la policía se nos está acercando, un carro con dos personas adentro le empieza a gritar al policía para que deje el tráfico libre. El policía encabronado nos dejó y fue a ver a estas dos personas para ver que carajo querian. Ese momento lo aprovechamos y nos fuimos corriendo de allí. El carro que estaba atrás aprovechó que nos fuimos y se avalanchó contra el policia tumbando la moto del policía y este empezó a gritar, pero ya era tarde. Nos fugamos de allí limpiamente sin tener problemas.
Las dos personas que estaban atrás resulta ser que eran unos jimaguas que vivian al lado de mi casa y reconocieron el carro de mi papá y se imaginaron que estaba en algo. Ese dia me salvaron la vida con lo que hicieron. De más está decir que hasta este dia matábamos vacas.
EL LEON DE DAMASCO
Estando ahí, hubo un cambio de administración y metieron a un guajiro que solo Diós sabe de dónde lo sacaron. Este tipo era comunista hasta más no poder.
Le decíamos "El León de Damasco" por un personaje que estaba de moda en unas aventuras de la televisión cubana que él era un personaje de la novela de Salgari, "El Capitán Tormenta".
La gente le tenía terror.
Yo me reía de sus estupideces, ya que en una ocasión dice que cuando la gente en Cuba compraba carros, el compraba vacas. Guajiro natural.
Este guajiro era demasiado bruto. Un día llega de apurillo como a las 4 de la tarde, va hacia el taller de electricidad y me lleva el carro y "me ordena" que le cambien el motor de arranque. Yo le pregunté:
-¿Tú estás seguro que tienes el motor de arranque roto?
- Mira "peluo", cuando tú no estabas nacido, ya yo andaba en carro.
Yo le contesté que iba a chequear el carro para ver qué problema tenía y se insultó conmigo gritando:
-¡Si yo te digo que lo cambies, lo tienes que cambiar porque aquí el administrador soy yo!
-Tu podrás decirme en qué carro trabajar, pero no lo que le tengo que hacer al carro, porque para eso el electricista soy yo.
Se formó tremenda gritería y tiró un hierro contra el mostrador, yo cogí una cabilla y le fui arriba, dispuesto a darle un cabillazo. La gente se metió en el medio y él, encabronado, cogió la puerta de la calle y se fue.
Cuando me calmé fui a revisar el carro y efectivamente, no tenia el motor de arranque roto,
solo un falso contacto en uno de los cables de la batería.
Se lo enseñé a todo el mundo y todos enpezaron a criticarme por lo que había hecho.
No concebían que alquien se "revirara" como yo.
Esto era normal en cualquier organismo del gobierno.
Los administradores imponían sus leyes y había que acatar lo que ellos dijeran, solamente porque eran los jefes.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
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