miércoles, 17 de diciembre de 2008

BINGO

Estando en el taller del DESA, fueron una vez de otro taller buscando un electricista industrial para pedirlo prestado de organismo a organismo.
Yo sabía muy poco de ese tipo de electricidad, pero me ofrecí para ver qué problema tenían y tratar de resolver.
Al otro dia fui al taller y resulta ser que era un taller de soldadura de metales y habían tenido un
incendio. La Compañía de electricidad llevó la corriente hasta el taller, pero las conexiones tenía
que hacerlas un electricista.
Al ver el trabajo que habia que hacer, pedí un ayudante y cuál fue la sorpresa mía de que el ayudante era un antiguo amigo que trabajo conmigo en el ICAIC, Mandy, un buen amigo con el que compartí muchas cosas y también con su familia.
Yo le tenía un poco de respeto a la corriente grande, por lo que cogí un "metro" y encontré que
habia 440 Volts en la línea con la que tenía que trabajar. Traté de desconectar esa corriente y venía de un piso de arriba, donde antes del incendio, había un comedor obrero bien grande.
Cuando subí al piso superior, la puerta estaba trancada con llave.
Pregunté, pero nadie sabía de la llave de la puerta.
Forcé la puerta con una cuchilla, cosa que era fácil para mí y tuve otra gran sorpresa.
El famoso comedor lo habían convertido en un almacén de sonido y entre las cosas que había en el almacén, estaban cientos de grabadoras de cassettes, cintas de grabadoras, cajas de bombillos 5U4, muy escasos en esa fecha, en fin, un almacén completo de cosas que tenían que ver con sonido.
¡BINGO!, fue la primera palabra que me vino a la mente.
A Mandy se le iban los ojos para todas estas cosas y yo no quería hacer nada delante de él, ya que siempre fui muy desconfiado de todos.
Fui directo al "catao" que tenía la corriente y quité la 440.
Empezamos trabajar en los bajos y poco a poco, empecé a conectar máquinas y los obreros se pusieron a trabajar. De esta forma estaban entretenidos y no se daban cuenta donde yo estaba y tendría más libertad para robar algunas cosas. El inconveniente era Mandy, pero cada 3 minutos me recordaba lo que habia arriba y me decia que porqué no cogíamos algunas "cositas".
Empece a confiar en él y un día subimos y cada uno de nosotros cogió algo de allí.
Yo empecé con los bombillos 5U4 que me hacían falta y sería fácil salir de ellos.
En fin, poco a poco, empezamos a robar en cantidades y un dia fuí al taller original donde yo trabajaba y le pedí un camión al jefe de taller, ofreciéndole 100 pesos.
El negro vio la luz enseguida y me dió el camión.
Otro amigo se vistió de miliciano y llevó el camión al taller de soldadura.
Entró en la oficina del taller y le preguntó al administrador si le podía prestar a algunos compañeros para cargar el camión, haciéndose pasar por empleado de la gente de sonido.
Yo pasaba adrede por allí en ese momento, me llamó el administrador y me dice:
-Waldo, ¿tú crees que tú y Mandy le puedan dar una mano al compañero para cargar unas cosas del almacén?
- Como no, no faltaba más, -le contesté y fui para arriba con él y Mandy.
Mandy estaba cagado, sin saber que era amigo mío.
Cuando vio que yo cogí la cuchilla para abrir, se quedó loco de pensar que lo hacía delante del
compañero. Cuando se dió cuenta que eramos amigos, se empezó a reír como un loco.
Al fondo del almacén había más de 500 grabadoras de las grandes de "Real to Real", o sea de cintas.
Empezamos a cargar el camión y ahí empezó la fiesta.
Mientras más cosas sacábamos, más aparecían.
Así estuvimos dando cuero hasta que ya estabamos cansados de tanto robar.
Yo estaba demorando el trabajo en el taller con tal de que no me enviaran para el taller de mecánica.
Pasó el tiempo y ya sacaba boberías chiquitas del almacén.
Un día me llama un amigo que arreglaba televisores al que le había vendido cajas de bocinas de tres pulgadas para los televisores y me dice que le hacia falta una bocinita de televisión.
Yo le dije que no tenía, pero que no se preocupara, que yo se la llevaba por la noche a su casa.
Ese día me colé en el almacén y saqué una cajita de cuatro bocinas. Al salir del taller cuando se acabó el trabajo, me llama el administrador con el jefe del partido del taller y me preguntan que llevaba en la bolsa.
-Bocinas, le contesté. Y él me dijo:
-Esas bocinas te las estas robando del almacén y se hizo un inventario y faltan un montón de cosas de cosas de allí.
-Yo no sé de qué me hablas, esas bocinas estaban en mi taller de electricidad y como vi que nadie las usaba y no tenían dueño, me las llevé.
Yo tenia mi coartada, ya que en ese taller se hacían refrigeradores "clandestinos" y la maquinaria del frío, se la llevaban del taller que había al lado que era de refrigeración.
El jefe del partido amenazó con llamar a la policia y yo le contesté:
-A Uds. No les conviene llamar a la policía por una cajita de bocinas, ya que pueden averiguar y se van a dar cuenta que Uds hacen refrigeradores robando la chapa y los motores de al lado. El tipo se puso blanco del susto, pero el administrador dijo que iban a llamar a la policía para
denunciar el robo.
De todo lo que robaban, querían "limpiarse" conmigo y les salió el tiro por la culata.
Cuando trataron de llamar a la policía de la oficina, me puse de suerte que el teléfono estaba roto y me dejan solo y van los dos al taller de al lado a llamarla. ¡Qué ilusos!
En cuanto se fueron, cogí la cajita de bocinas, le traté de limpiar las huellas, la abrí, la dejé en un
sofá y me mandé a correr hasta la esquina donde podría coger una guagua.
Trataron de alcanzarme, pero yo me agarré de la ventana de una guagua desde Concha y Luyanó, hasta la esquina de Toyo.
Ya me dolía el brazo de tanto aguantar en la guagua, pero en esta época, la gente estaba acostumbrada a ver las moloteras en las guaguas.
Llegué a mi casa y recogí a Teresita y cogí calle.
No fui a dormir esa noche a mi casa y me quedé en casa de mi mamá con Teresita y la niña.
Al otro día me levanté temprano y fui al taller original donde trabajaba, me presenté en la oficina y le dije al administrador que me querían hacer una cama en el taller de soldadura y acusarme de robar una caja de bocinas.
En eso llegó la policía que "algun chivatón" había llamado y me meten preso.
En la estación de policía me toman las huellas y me meten en un calabozo. A las pocas horas me sacan y me levantan un acta policial donde me acusan del robo del almacén, no de las bocinas, sino de todo lo que habíamos robado con Mandy y mi otro amigo.
Al ver que el administrador y el del partido me habían "echado palante", los meto en candela alegando que yo no sabía nada de ninguna caja de bocinas y que en ese taller todo estaba regado y les hable de que se querían limpiar conmigo para justificar el robo de los refrigeradores.
Un detective se puso a averiguar y salió a relucir el robo de las máquinas y la falta de las chapas con las que hacían los refrigeradores.
Por otro lado, al dejar la caja de bocina abierta, a todo el que llegaba le enseñaban la caja de bocinas que se robaba el electricista y cuando la policia metió a los perros, encontraron huellas y olores de todo el mundo ... ninguna mía.
Resultado de esta faena, metieron al administrador y al del partido presos por malversación.
¿Que les parece?
Estando en la estación de policía, se acerca a mí uno de los que trabajaba allí, soldador y me dice:
-Coño Waldo, yo pensaba que tú eras un poco hombrecito. Estás echando a Uribe (el administrador) para alante y eso no es cosa de hombres.
- Chico , déjame hacerte una pregunta, ¿quién me trajo a mí a esta estación de policia? ¿O yo vine por mi propia voluntad? O sea que ellos pueden robar y yo no.
¿Cómo es la cosa para yo saber?
El tipo se dió cuenta que esa gente me habían echado para alante como a un carrito de helados.
En fin, fueron condenados a 15 años por malversación.
El dia del juicio mío fue cómico, ya que ellos fueron como acusadores vestidos de preso y yo me encontraba en libertad y fui como acusado vestido de civil.
Eso pasaba mucho en Cuba , donde los administradores robaban a las dos manos y despues buscaban un chivo expiatorio para que pagara por ellos.
Conmigo les salio mal. Cosas de la revolución.

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