martes, 16 de diciembre de 2008

LA EMBAJADA DE PERU












Era Abril de 1980 y como cada semana, salí de pase.
Cuando llegué a mi casa, me entero de que hay una fiesta en casa del "Conejo", Jose Daniel, otro amigo de la infancia que llevaba tiempo sin ver. Era el cumpleaños de su suegro y había una fiestecita. Fuimos para allá y entre una cosa y otra, me metí en "la cantina" y sin darme cuenta, agarré una nota del carajo.
En la fiesta algunos comentaron de que había problemas en La Embajada del Perú, pero yo no le hice caso y mi borrachera no me dejaba ver nada claro.
A eso de las 4.45 pm de ese Viernes Santo se escucharon ráfagas de metralleta en los alrededores de la embajada del Perú en la Habana. Otro autobús había entrado violentamente por el portón del garaje. Se trataba de otra guagua de la ruta 132 que salía de la playa de Marianao y pasaba por 5ta avenida en esta ocasión con 12 cubanos a bordo del ómnibus.
Lograron entrar a la sede diplomática. Esta guagua tenía algo peculiar. La habían reforzado con planchas de acero en sus laterales y por dentro llevaba sacos de arena a todo lo largo y de 100 libras cada uno para protegerse de las balas. La precaución no fué en vano. Los guardias de la custodia cosieron a balazos la guagua resultando solamente herido el chofer en una nalga y una pierna.
Mientras los guardias disparaban con ráfagas de metralleta el ómnibus una bala rebotó y mató a uno de los guardias. Con el tiempo se comprobó que había sido un accidente y no un asesinato como el régimen quería aparentar ya que los asaltantes no poseían armas de fuego.
El gobierno cubano insistía que se trataba de un asesinato por parte de los delincuentes amparados por la embajada del Perú. Y no perdieron el tiempo.
Elevaron al muerto a héroe de la revolución. Pedro Ortiz Cabrera, era su nombre, y quien posiblemente era un buen cubano que cumplía con su deber de recluta del Servicio Militar Obligatorio. Luego de dos días de negociaciones con el gobierno peruano solicitándoles que devolvieran a los “delincuentes” y frente a la negativa del Perú de hacerlo Fidel Castro ordenó retirar la seguridad que custodiaba la sede diplomática y lanzo aquel famoso comunicado de prensa por el periódico Granma que decía: "Por negativa del gobierno peruano a entregar a los delincuentes que provocaron la muerte del compañero Pedro Ortiz Cabrera el gobierno cubano se reserva el derecho de retirar la custodia de la embajada. Por lo tanto dicha sede queda abierta para todo aquel que quiera salir del país”.
Y Cuba nunca se imagino la cantidad de gente que iba a entrar. Creo que fué el peor error político del gobierno de La Habana.
Es para morirse, 50 años después de que Cuba estuviera al borde de una guerra civil, ver aún al delincuente de Fidel Castro en el poder. Eso sí, ya hoy es un viejo decrépito y baboso, pero lleno de maldad como nunca. Le fue dado todo el tiempo para joder la isla y ya el daño está hecho. Cincuenta años lleva el dictador amenazando con una invasión americana y el pueblo, a pesar del desaire de EU, es increíblemente más que nunca pro-americano.
Me fuí tarde para la casa y por la madrugada, se apareció Tito, otro amigo de la infancia y que se
decicaba a poner música en fiestas. Se enteró que yo estaba de pase y fué a buscarme a mi casa para meternos en la Embajada.
Yo estaba todavía bajo los efectos del alcohol y mandé a Tito al carajo y le dije que se fuera a la
mierda el, la Embajada y los peruanos. Al ver que no razonaba, se fué de mi casa.
Seguí durmiendo la mona hasta las 12 del día, más o menos.
Cuando me desperté; tenia a mi lado a Teresita y llorando me dijo que lo que contaban en la fiesta, y lo que dijo Tito, era verdad. Había puesto la Voz de las Américas, estación de radio que se oía mucho en Cuba y estaban dando la noticia de lo ocurrido en la Embajada.
Salté de la cama como un muelle, me bañé rápido y le dije a Tere que recogiera algunas cositas para la niña; ya que ibamos a tratar de meternos en la Embajada.
Brenda solamente cogió una muñequita que la llamaba “Carita Sucia".
Agarré cigarros y fósforos.
Fuí directo para la casa de mis padres a buscar a mi papá. No estaba allí, pero cuando mi mamá me vio, lo primero que me dijo era que mi hermano Vladimir había llamado para saber si yo estaba por ahí y que si no me había metido, que no lo hiciera que ya era tarde.
Yo por supuesto que no se lo creí. De allí nos fuimos a buscar a Wanchy, mi otro amigo.
Wanchy no estaba y seguimos rumbo hacia la embajada.
Llegamos cerca de la Embajada y ya era imposible entrar. Estaba todo rodeado y yo no sabía que llevaban dos días entrando gente.
Nos fuimos para mi casa a pie y yo iba llorando por todo el camino.
Dios me había puesto la oportunidad de abandonar Cuba y otra vez por estar borracho como un comemierda, no pude lograr mis objetivos.
No me lo perdonaba.
Yo estaba de pase en la calle en el momento de la Embajada. No lo podía creer.
Estando en casa, llegó mi tía Alicia, quien estaba como loca buscándome por toda la Víbora. Quería meterse en la embajada, pero sólo si yo estaba con ella.
Tenía miedo, pero confiaba en mí.
Al rato llega una vecina y me dice que fueron buscándome de la prisión y que estaban recogiendo a todos los que estaban de pase. Que sí me veían, me dijeran que tenía que regresar de inmediato No quería volver y pensaba que a lo mejor, se daba otra oportunidad y si estaba en la prisión, no podia hacer nada, pero Teresita me convenció y regresé.
Todos en la prisión pensaban que yo me habia metido en la Embajada. Que chasco. Cuando me vieron, no podían creerlo.
Les hice el cuento a algunos de los amigos de confianza pero los jodedores empezaron a jaranear con:
-Waldito el Embajador, Waldito el peruano.
Yo les dije que dejaran esa jarana que podía tener problemas y estaba en lo cierto.
Me fueron a buscar y me metieron en el calabozo por "medidas de seguridad".
Alquien cantó y dijo lo que había pasado en la calle.
Yo pensé que era hasta el otro día, pero estaba equivocado. Esa misma noche me llevaron de vuelta para la prision de Guanajay.
Todos los que me conocían se quedaron como bobos cuando me vieron y pedían noticias de lo que estaba pasando en la calle. Yo sabía un poco más que ellos.
Los pobres estaban allí trancados y solo les llegaban rumores.
Así pasaron los días hasta el 1ro. de Mayo en que habló Fidel.
Estábamos desesperados por saber qué estaba pasando en la calle y no llegaban ni los periódicos. Jamás en la vida estuvimos más deseosos de oír las palabras de Fidel. Llegaban rumores de que estaban vaciando las cárceles y pensábamos que como Guanajay en ese momento era la segunda cárcel en importancia en La Habana, pues seríamos de los primeros en cualquier cosa que pasara.
Fidel comenzó a hablar a las 6 de la tarde. Guanajay era una prisión inmensa y cabían más de 4000 presos.
Se oía el vuelo de una mosca. Solo las palabras de Fidel.
Fueron sus famosas palabras, las que llenaron a Guanajay de alegría:
-¡NO los queremos, no los necesitamos, que se vaya la escoria!
Los gritos fueron grandes y la gente aseguraba que nos quedaba poco allí.
Recibí una visita especial donde fueron Teresita, Brenda y mis padres. Me contaron un poco de lo que estaba pasando en Cuba y Tere me dijo que el tío de Miami, Raúl, había enviado un barco a buscarnos a todos. Yo le contesté que no esperara por mí y si se daba la posibilidad de irse, que lo hiciera con los ojos cerrados, pero que saliera de allí y me sacara a Brenda a como de lugar.
No quería que mi hija se criara allí. Por otro lado, pensaba que yo solo tenía más posibilidad de salir de ahí y más teniendo la seguridad de que ellos estaban del lado de acá.
Fue la última vez que vi a mi padre vivo y conservo el recuerdo de la despedida.
El y mi mamá agarrados de la mano, bajando las escaleras de Guanajay.
Papi murió en 1988, estando yo en Miami. ¡En paz descanse!.
Efectivamente. En pocos días trancaron a toda la población penal y dijeron a los carceleros que dejaran salir a todo el que llamaran por los altoparlantes.
Yo no creía en nada. Estaba desconfiado y jamás pensé que Fidel Castro se volviera loco y dejara salir a los presos de todas las prisiones y mucho menos para ir a los Estados Unidos. Sencillamente, no cabía en mi cabeza. Era ilógico que esto pasara.
Increíblemente, al primero que llamaron fue a mí. Llamaron a los primeros 100 reclusos y nos vistieron de civil.
Nos llevaron para el comedor de la prisión que era grande.
Allí estuvimos 4 días, hasta que un buen día, llegaron unas guaguas y nos sacaron de allí con destino al Mosquito.
Todos estábamos como locos de pensar en la incertidumbre que teníamos.
Llegamos al Mosquito y nos separaron de todo el que estaba allí.
Las carpas que nos dieron estaban al lado de los arrecifes. Esa no me la sabía.
Nunca pensé en dormir con una tablita de Madera, con la espalda dentro del agua.
Así estuvimos tres días, casi sin comer, pues te daban una "cajita" al día y el hambre era de madre.
Al fin nos llaman y nos montan en guaguas con destino al Puerto del Mariel.
Te movían de un lado para otro y uno no sabía que iba a ser de su vida. ¿Qué estaba pasando? Solo Dios era testigo de lo que pasamos en esos días en el Mosquito y el Mariel.
Volviendo a Mariel hay que recordar que todo no fue paraíso concebido para los que llegaban. Otra turba de delincuentes menos prestigiosa en lo que se refiere a poder, se pusieron las botas con la juventud vigorosa que llegaba en bote, ansiosa de vivir e inocentemente confiada como siempre. Las factorías se llenaron de mano fresca que trabajaba por cualquier cosa.
No estamos hablando aquí de miles de personas que brindaron todo su apoyo para que los Marielitos, no se sintieran solos ni desamparados sino del grupo que siguió el coro a Castro y los seguía llamando escoria. Es verdad que Fidel Castro mandó criminales sacados de las cárceles, leprosos, locos, etc, etc. Pero es verdad también que los EU los recibieron con los brazos cruzados y el comandante en la isla muerto de la risa. Para colmo la administración de Reagan, que cogía el poder unos meses después, como castigo, condenaba a los llegados en la última estampida, a un limbo legal en los EU que duró cinco años. El tiempo me ha hecho entender, que todo el problema con los emigrantes cubanos y no cubanos que llegan a EU, no es otro que el racismo, un racismo genético que aún no han podido superar ni controlar. El mismo que despertó Clinton cuando el caso Elián, que unió incluso a los americanos blancos y negros en manifestaciones anti-cubanas. La prepotencia del anglosajón americano, incontrolable, se puso de manifiesto sobre los que luchan por todo lo contrario. El ego de creerse el centro del mundo, el Adonis universal, salió a relucir. Lo peor es que parte del mundo tiende a imitar sus errores y no sus virtudes. A veces con resultados desastrosos. Actualmente todos los países devuelven a Cuba a los cubanos que huyen jugándose el pellejo, desde que EU empezó con esa gracia. Son capaces de ir en contra de la política y el bienestar social de su país si con sus actos discriminatorios hacen sufrir o joden a quien creen inferiores. El caso cubano en especial los saca de quicio primordialmente por dos razones, primero porque al cubano promedio nunca le interesó vivir en los EU, ha caído aquí por accidente, llega y sigue con su mente en la isla, arraigado en su idiosincrasia.
Segundo porque no pueden perdonarle al cubano que proteste, que no sea sumiso y que al final termine, como en muchos casos, diciéndole como tienen que hacer las cosas y que ilumine con ideas a una sociedad tan intrínsecamente prepotente.
Los EU siempre han querido ser diferentes, lucir de una forma especial ante el mundo, pero más bien lo que han hecho es complicarlo todo. Podemos citar algunos ejemplos: el mundo entero usa litros, EU galones; el mundo entero usa Km, EU millas; el mundo entero usa el sistema métrico decimal, EU usa otra mierda distinta; si hay veinte grados centígrados en cualquier lugar del mundo en el continente americano todavía siguen pensando en Fahrenheit.
Iban llevándonos poco a poco hasta los barcos que estaban anclados allí en el muelle y nos metian de a poco en diferentes barcos.
Tuve la suerte de que me metieran en un "camaronero" gigante que se llamaba "King Fisher One". Esa noche hubo mal tiempo y no pudimos salir.
Yo estaba desesperado por comer algo, cuando la familia de cubanos de Miami, que originalmente llevó el barco a Cuba, nos prepararon algunos bocadillos para "entretener" la boca. Era imposible alimentar a todos.
En total habíamos en el barco 254 reclusos sin contar a los originales de Miami .
El 13 de mayo de 1980 a primeras horas de la mañana, Zarpó el barco.
La travesía fue regular, ya que había mal tiempo.
Cuando el barco entró en mar adentro, la gente empezó a gritar de alegría:
-¡Abajo Fidel Castro! ¡Viva Carter!
Me parecía increíble que esto estaba sucediendo. Yo seguí con mi desconfianza y miraba para todos lados, esperando que de un momento a otro nos ametrallaran o algo pasara.
La gente empezó a marearse y a vomitar y me fui arrastrando hasta la bodega del barco, donde me acosté y me quedé dormido.
Hice todo el viaje dormido.
Al salir hacia arriba, vi las luces de Cayo Hueso, donde al rato estábamos desembarcando.
Los gritos de alegria seguian y mi desconfianza también.
Oía a los guardias americanos gritando:
-¡Welcome to the Unites States!
Todavía seguía sin creerlo. Mi cabeza no andaba bien. Cómo era posible que unos días antes estaba en una prisión de Máxima Seguridad en La Habana y ahora estaba en los Estados Unidos.
Cuando nos bajaron en Cayo Hueso, yo miraba para todos lados y buscaba de donde iba a salir la trampa.
Nos dieron comida decente y matamos el hambre de los días que llevábamos sin comer.
Era el mismo 13 de Mayo de 1980 y habíamos salido de Cuba unas horas antes, un martes 13.
Llegué aquí a los Estados Unidos con 29 años, de los cuales había vivido 21 de comunismo y 8 de ellos preso.
¿Qué cuento podrían hacerme de Cuba y su revolución?
De Cayo Hueso fuimos a Arkansas en una base militar llamada Fort Chaffe.
Allí me encontre con Santiago. No lo volví a ver más hasta años después en la revuelta de Atlanta.
Santiago fue el cabecilla del motín que hubo en la prisión de Atlanta a principios de los 80's. No supe más de él.
Estuve allí 27 días, hasta que Raúl, el tío de Teresita me reclamó. Llegué al Aeropuerto de Miami y esperando ver a Raúl, me encuentro con su esposa, quien me dice que Raúl estaba recogiendo en Cayo Hueso a Teresita y todo el batallón.
Nos fuimos para su casa en Miami y allí me quedé dormido.
Al otro día por la mañana me despierta una tormenta de besos.
Cuando abrí los ojos, era Brendita que acababa de llegar y se me tiró arriba enseguida.
Después de varios años, por fin esa etapa terminaba. Ya estaba reunido con mi familia y la de Tere.
El sueño de mi vida se hizo realidad. Estaba en los Estados Unidos y podría criar a mi hija con libertad.
Salía de un país de oportunistas para el país de las oportunidades.
¿Qué vendría en el futuro? Solo Dios lo sabía. Por lo pronto llegué con una buena edad para luchar por los míos y salir adelante como todo el extranjero que llega con ganas de tener un porvenir próspero.
¡Dios bendiga a América!

Epílogo:
En 1980, el Mariel mostró a ambientosos y pepillos que tenían un enemigo común que los calificaba de escorias y los echaba de la patria. Daba igual cómo bailaran, vistieran o llevaran el pelo. Habían defraudado las expectativas los Castro, tíos y sobrinos combativos y militantes.
Quedó claro. La construcción del comunismo era tarea para hombres libres.
Libres de elegir entre la universidad para los revolucionarios, la guerra de Angola, los domingos rojos, las microbrigadas o el Combinado del Este.
Casi tres décadas después, período especial incluido, el hombre nuevo sigue sin ser exactamente lo que planificaron los mandarines. Hablan a gritos en jerga extraña, beben chispa de tren, bailan timba y reggaeton, medran en la ilegalidad, se obsesionan con la sociedad de consumo y tienen una incurable tendencia a emigrar en cuanto objeto flote sobre el mar.
El régimen los apunta en su nómina como trabajadores sociales y los declara, con buena fe, los salvadores de la revolución. Si lo son, lo disimulan.
Los adolescentes cubanos del nuevo siglo son nietos de la desilusión. Amorales, materialistas, cínicos, violentos y hedonistas. Se las arreglan como pueden para ir escapando, porque "no es fácil".
No son felices y no lo ocultan. En los solares de Centro Habana o los edificios de Alamar crean una subcultura que expresa su rechazo al sistema. Lo gritan sus graffiti en las paradas de ómnibus, el monumento de la Avenida de los Presidentes o las paredes de los calabozos.
Rapean en los camellos, escriben ásperos y agresivos versos urbanos, sus cabezas trashean con un heavy metal que habla de muerte y vampiros. Imploran protección a los orishas nublados por la marihuana. Descargan erotizados y aturdidos por el alcohol y las pastillas…
Las nuevas UMAP encierran a jineteras y a chicos proclives a delinquir en un futuro previsto por jefes de sector y fiscales salidos de Minority Report en su versión castrista.
Si quiere oír de racismo, desencanto y abuso policial, oiga el hip hop que se hace en Cuba.
Hablo del verdadero, el que no ponen por la radio.
No me refiero al domesticado y coreográfico, con camiseta del Che y videos sexy en locaciones de postal turística. Si no me entienden, busquen el disco semiclandestino y casi subversivo de Generación Omni.
La agitación de las moléculas en la superficie del charco anuncia la explosión.
Esta adolescencia, mísera, vigilada y sin ilusiones, dista de ser apacible. No puede serlo a la sombra de un muro carcomido que se tambalea. Sus historias son similares y a la vez bien diferentes a las nuestras. Sus rebeldías anuncian el cambio.
A ellos, por suerte, aún les quedará juventud.
Si en Cuba me hubieran dicho que iba a dejar el oficio de todo mi vida y el cual me gustaba, como electricista, me habría burlado de todo el que lo dijera.
Si en Cuba me hubieran dicho que me iba a divorciar de Teresita, la mujer que de una forma u otra luchó a mi lado y con la que casi crecimos juntos, y con la que tuve a mi hija Brenda, ...también me habría burlado.
Todo esto pasó.
Hoy en día estoy felizmente casado con una mujer a la que amo y con la que tuve otra hembrita llamada Melanie, la cual tiene 16 años. Chela, mi esposa, ha sido una buena compañera, y todo el tiempo que llevamos casados, es mi mano derecha e izquierda para todos los negocios en que he participado, y me apoya en todo lo que hago.
Mi papá murió en el año 1988. No lo vi nunca más. Todavía recuerdo su imagen agarrado de la mano a mi mamá bajando la lomita de la Prisión de Guanajay.
En 1986 para la fiesta de 15 años de mi hija Brenda pude haberlo traido a los Estados Unidos haciendo gestiones por terceros paises. No se dió el viaje a pesar de tener todo listo.
A última hora mi mamá se arrepintió de venir. Ella sabía que si papi venía a los EEUU, no regresaba. Al morir mi papá, Adamina quería entonces viajar, pero nunca la traje.
Mami murió en el 2006.
Cuando estaba en su apogeo el problema del niño Elian Gonzalez llamé un fin de año para felicitarla por año nuevo y parece que estaba con algunas personas comunistas y lo primero que me dijo fué:
-Imperialistas, ¿Cuando nos van a devolver a Elian?
Le colgué el teléfono y no le hablé más hasta dos ó tres dias antes de morir, que pude llamar al, hospital donde estaba.
Despues de tantos golpes, Adamina seguía fiel a su revolución.
Mis hermanos siguen en Cuba. Cada uno con una vida diferente.
Brenda está graduada de “Diseñadora de interiores” y felizmente casada, tiene una vida próspera junto a su esposo, un abogado argentino, y me hizo abuelo de un bello niño.
Hoy en día tengo un negocio de Distribución de películas y productor de Videos, DVD, eventos y programas de TV.

Gracias a Dios, todo funciona bien en "La Yuma"

© 2006 Waldo Fernández

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